LAS BALAS DEL DIABLO
Capítulo I
La mañana del 8
de noviembre 1915, París despertaba aletargada por bajas temperaturas. El bello Luxemburgo
adquiría un fina cubierta de escarcha por donde se le mirase y en su fuente
mayor flotaban los cadáveres de los cisnes que no le huyeron a la blanca mano
del invierno. Mis conciudadanos leían con alarma el L´ Mond o El Fígaro —no
importaba con cual se empezase pues ambos colaboraron en la redacción de la portada—. ¡Chenildieu arde! Tropas alemanas
bombardearon por más tres horas las trincheras del Reims.
Chenildieu es
una intendencia, más bien, una ciudad pequeña elevada a la categoría de
intendencia por razones históricas que hoy en día ya nadie recuerda; ubicada al
noroeste de Francia. Se llega en una hora sin dificultad con el tren de las
seis si se parte de Paris. Si se quiere, y, se tiene prisa, hay que tomar el de
las cuatro. El señor obispo de
Chenildieu, monseñor Charles-François de Foldendieus, es también el intendente de la misma. Gracias
a su gestión Chenildieu alcanzó un alto crecimiento en su producción de patatas
pues a petición suya se tramitó
asesoría técnica del Politécnico de
Paris. (Al fin encontré este archivo, ahora si podré continuarte).