domingo, 1 de diciembre de 2013
Menudencias IX
Un recuerdo remoto me ha tocado el hombro mientras terminaba un trabajo. Era junio del 2006 y me encontraba con mi padre en Chanchamayo; finalmente iba a conocer aquellas tierras de café de las que tanto había oído que tenía (mos). Debido a una enfermedad había perdido tiempo valioso en el año 2005 y parte del 2006. Tuve que dejar en stand by mi preparación pre-universitaria. Me sentía desolado;desolado como aquel camino por el cual llegamos hasta Margarita, un sendero de cardos y pasifloras… A la vez también frustrado, todavía no aceptaba el hecho de no haber podido ingresar a la escuela de Filosofía de la San Marcos. Bueno, a mis padres no les preocupo, más bien se alegraron. “¿De qué ibas a vivir?” En esos días, mientras ojeaba viejas revistas de Selecciones leí un artículo que se titulaba: “La vida es circunstancial” cuyo contenido, si bien ya no recuerdo con exactitud, en ese momento me impulso a tomar una decisión. “Pa’, en el 2012 terminaré la universidad”, le dije. “Así que debemos regresar a Lima, ya me siento bien.” Y fue así, porque en marzo del 2007 postularía por segunda vez a San Marcos, esta vez a la escuela de Derecho. Antes me preguntaba si realmente el tiempo que “perdí” por estar enfermo fue necesario. Ahora ya no me importa, solo sé que si tuviera acceso a un mundo paralelo elegiría como familia a la que ya tengo, como centro de estudios a la facultad de Derecho de la San Marcos y como amigos a los mismos que hice en ella. Lo demás puede ser circunstancial.
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